La retención de agua y gases en el organismo suele ser consecuencia de un estilo de vida sedentario y malos hábitos alimenticios. La corrección de los mismos, junto el ejercicio físico regular, solventará los síntomas; sin embargo, puede ser peligroso comenzar una dieta por tu cuenta.
Ambos trastornos pueden obedecer también a ciertas patologías y disfunciones, como el síndrome de colon irritable, por lo que cualquier cambio en tu alimentación debe ser prescrito de forma individualizada por el médico o nutricionista.
Dieta para la retención de agua y líquidos
Consiste en una desaceleración de la diuresis que causa estancamiento de líquidos en áreas predispuestas a la acumulación de grasa: muslos, nalgas y abdomen. Una dieta drenante tiene como principal objetivo estimular la diuresis y la eliminación de líquidos y toxinas acumulados en exceso en el organismo.
La clave principal es la hidratación mediante la ingesta de agua (preferentemente mineral o pobremente mineralizada). Lo recomendable es tener a mano una botella de agua para beber pequeñas cantidades agua a lo largo del día en vez de pocas ingestas grandes.
Una dieta drenante implica el consumo de una gran cantidad de frutas y verduras, especialmente las que ofrecen alto contenido de ácido ascórbico (vitamina C).
La contienen sobre todo las frutas frescas como los cítricos, la piña o las fresas; verduras como la lechuga y espinacas; y hortalizas como tomates y pimientos.
La sal y el azúcar promueven la retención de agua y deberán reducirse en la alimentación. Es preferible la ingesta de alimentos alcalinizantes, éstos incluyen la mayoría de las frutas, verduras, hierbas y especias, semillas y frutos secos.
También debes controlar los que generan acidosis, como los azúcares refinados, grasas saturadas de origen animal y las bebidas alcohólicas.
Dieta contra la acumulación de gases
Puede resultarte de interés sí tienes alguno de estos síntomas; vientre hinchado, flatulencias, ventosidades, necesidad de expulsar los gases, dolor abdominal, pesadez abdominal, espasmos, hipo, eructos, cólicos, etc.
El gas del tracto digestivo proviene mayoritariamente de gas exógeno que es el aire que nos «tragamos» y en menor medida de gas endógeno que es el producido en el interior de nuestro organismo durante la digestión… Un exceso de gas intestinal puede ser la causa de flatulencias sonoras y olorosas, lo cual nos pone definitivamente en una situación incómoda y embarazosa.
Los gases que genera el organismo y causan hinchazón se producen por diferentes causas: anomalías en el intestino (desequilibrio de la flora bacteriana, etc), la ingestión de aire en exceso o deglución nerviosa de la comida, o en gran cantidad, es una causa frecuente.
Qué hacer para ayudar a la dieta contra los gases
Para contrarrestarla, basta con masticar bien y con lentitud el alimento, la ingesta de porciones pequeñas y cinco comidas diarias bien repartidas, en vez de dos copiosas. Mascar chicle con frecuencia puede contribuir a ello
El consumo de ciertos medicamentos como laxantes, reductores de colesterol, tranquilizantes… y también el bicarbonato para la indigestión genera acumulación de gases en el intestino.
Evita el agua y las bebidas gaseosas; incluyen dióxido de carbono, que es un gas que se libera en el estómago. Los alimentos grasos o ricos en fibra también generan gas en el intestino. Los polialcoholes, edulcorantes dietéticos presentes en chicles o dulces sin azúcar, tienden a llegar hasta las bacterias intestinales y en la digestión se generan gases.
A tener en cuenta… la fibra además de favorecer el peristaltismo intestinal posee muchas otras propiedades para el buen estado de salud, introducir rápidamente alimentos ricos en fibra en tu dieta puede producir gases. Para evitar los gases, el aumento de la ingesta de fibra debe hacerse poco a poco. Además, tienes que beber más agua para evitar el estreñimiento.
Sí presentas una intolerancia alimentaría, la ingesta de un determinado alimento puede causarte gases y otros síntomas adversos. Las intolerancias más comunes son a la lactosa, la fructosa y sorbitol, los huevos y el gluten.
Prueba a evitar uno o algunos de estos alimentos por un tiempo para comprobar si mejoran tus síntomas. El médico o nutricionista puede prescribirte una dieta FODMAP baja, suplementos de enzimas digestivas y probióticos.